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Cómo los activistas ucranianos del «Lazo Amarillo» mantienen viva la resistencia bajo la ocupación rusa

Este mes de abril se cumple el tercer aniversario del movimiento «Lazo Amarillo», un grupo de resistencia formado por ucranianos que viven bajo la ocupación.
El movimiento, que opera en regiones como Luhansk y Crimea, sigue llevando a cabo actos de desafío contra las fuerzas rusas mientras espera el retorno del control ucraniano.
El coordinador del movimiento, cuya identidad no se ha revelado por motivos de seguridad, habló con Radio NV sobre los esfuerzos en curso y los riesgos a los que se enfrentan estos valientes activistas.

«El movimiento Lazo Amarillo es la voz de los ucranianos ocupados, que intentan compartir sus pensamientos y creencias a pesar de la opresiva burbuja informativa creada por los ocupantes y de las medidas represivas en constante aumento», declaró el coordinador. «Estamos aquí para mostrar al mundo que no nos hemos rendido y que no nos vamos a quedar callados. Cada lazo amarillo que colgamos es un pequeño pero poderoso acto de desafío».
El movimiento ha tenido un gran éxito al llevar a cabo miles de acciones en todas las regiones ocupadas, desde protestas a gran escala en ciudades como Kherson y Melitopol hasta operaciones a menor escala en lugares como Donetsk y Mariupol.
Estas acciones suelen consistir en exhibir lazos amarillos u otros símbolos de la identidad ucraniana, mostrando al mundo que los ucranianos de los territorios ocupados no se rinden y siguen resistiendo por medios no violentos.
«Nuestro objetivo es sencillo: resistir a los ocupantes sin violencia, utilizando el poder de los símbolos y la unidad», añadió el coordinador. «En cierto modo, el lazo amarillo se ha convertido en un grito silencioso, que dice a nuestros ocupantes y al mundo que no nos borrarán, que nuestros corazones laten por Ucrania».

Uno de los principales retos del movimiento es hacer frente a las consecuencias extremas de cualquier forma de protesta, ya que las autoridades rusas equiparan la exhibición de lazos amarillos con el terrorismo y el extremismo, lo que a veces conlleva largas penas de prisión.
En respuesta, el movimiento del Lazo Amarillo hace hincapié en la seguridad, enseñando a los activistas cómo evitar ser detectados, mantener el anonimato y protegerse de las represalias del gobierno.
«Nos hemos enseñado a ser invisibles entre la multitud, a luchar por nuestro país sin arriesgar la vida innecesariamente», afirma un miembro del movimiento, que prefiere permanecer en el anonimato. «Cada cinta que colocamos es una declaración silenciosa: seguimos aquí, seguimos siendo ucranianos».
El movimiento es anónimo y los activistas desconocen la identidad de los demás. Este nivel de secretismo garantiza la seguridad de los implicados, sobre todo porque muchos de ellos son jóvenes que han crecido en los territorios ocupados, pero que han decidido oponerse a los invasores.

A pesar de los graves riesgos, el movimiento Lazo Amarillo ha seguido creciendo. Se ha convertido en un poderoso símbolo de resistencia no violenta, que reúne a decenas de miles de ucranianos comprometidos a luchar contra la ocupación y prepararse para una eventual liberación.
«Nuestra lucha no es sólo por la supervivencia; se trata de enviar un mensaje. No nos olvidan y no tenemos miedo», concluyó el coordinador. «Nuestra lucha está lejos de terminar, pero cada día que permanecemos juntos, la esperanza de la liberación se hace más fuerte».
Anteriormente se informó de que agentes del movimiento partisano Atesh habían llevado a cabo una operación de sabotaje en Melitopol, en la región de Zaporizhzhia, ocupada temporalmente, destruyendo un armario de retransmisión.






