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En memoria de dos niños ucranianos que desafiaron la ocupación y pagaron el precio más alto

No eran combatientes, sólo escolares, hasta que la guerra los convirtió en otra cosa. Bajo la ocupación rusa en Berdyansk, Tihran Ohannisian y Mykyta Khanhanov optaron por un último acto de resistencia. Les costó la vida. Dos años después, su historia se erige como un crudo símbolo de rebeldía juvenil y de cómo la guerra no deja a nadie indemne.
Cuando dos adolescentes tomaron las armas en la ciudad ocupada de Berdyansk, no estaban motivados por ilusiones de victoria. Lo que llevaban era desafío, una última respuesta a un sistema que los había detenido, interrogado y aislado durante meses.
Lo que ocurrió aquella noche de junio de 2023 fue algo más que un enfrentamiento aislado. Fue el último capítulo de la vida de dos adolescentes ucranianos que crecían bajo la ocupación, y un duro recordatorio de que la guerra de Rusia contra Ucrania no perdona a nadie, ni siquiera a sus hijos.
Berdyansk bajo control ruso
Tihran Ohannisian y Mykyta Khanhanov tenían 16 años cuando las fuerzas rusas capturaron Berdyansk, una ciudad portuaria en el mar de Azov, en los primeros días de la invasión a gran escala de Ucrania. Entre febrero de 2022 y junio de 2023, los dos chicos vivieron bajo ocupación, marcados por la vigilancia, los interrogatorios y la creciente presión de las autoridades rusas.
Al igual que muchos residentes, pronto se encontraron bajo un estricto control, sometidos a registros e interrogatorios.

Tihran era un estudiante interesado en la historia que vivía con su abuela mientras sus padres permanecían temporalmente en el extranjero. Mykyta era su compañero de clase y amigo íntimo.
Al parecer, ambos participaban en comunidades proucranianas en Internet y, según fuentes locales, podrían haber tomado parte en actividades de sabotaje destinadas a perturbar la logística militar rusa, incluido el daño a las vías férreas utilizadas por las fuerzas de ocupación.
Sus opiniones y actividades llamaron rápidamente la atención de las autoridades de ocupación.
Detención, tortura y el principio de su fin
El 30 de septiembre de 2022, soldados rusos entraron en casa de Tihran, al parecer lo golpearon delante de su abuela, y se lo llevaron a un centro de detención fuera de la ciudad. Durante varios días, su familia no tuvo información sobre su paradero.
Grupos de derechos humanos informaron posteriormente de que Tihran fue sometido a malos tratos físicos y descargas eléctricas durante los interrogatorios.
El objetivo, dijeron, era obtener una confesión sobre una supuesta ayuda al ejército ucraniano. Tras la presión pública, fue puesto en libertad el 5 de octubre.
Sin embargo, la vigilancia y los interrogatorios continuaron. Ambos permanecieron bajo estrecha vigilancia durante meses.
Intentaron escapar—Rusia los arrastró de vuelta
A principios de 2023, la familia de Tihran intentó abandonar el territorio ocupado. Fueron detenidos en Taganrog (Rusia) y devueltos a Berdyansk por las autoridades rusas, que al parecer declararon que Tihran no tenía permiso para salir.
En abril, los adolescentes fueron trasladados a Rostov del Don para una evaluación psicológica. Un mes después, fueron acusados formalmente por el Comité de Investigación ruso de conspirar para sabotear una vía férrea cerca de Melitopol.
De ser declarados culpables, se enfrentaban a penas de hasta 20 años de prisión en virtud de las «leyes antiterroristas» rusas.
El Parlamento Europeo aprobó una resolución pidiendo su liberación. Funcionarios ucranianos y organizaciones de derechos humanos condenaron el procesamiento, calificándolo de motivación política.
«Se acabó. Ha llegado la muerte, chicos. Adiós».
El 24 de junio de 2023, Tihran y Mykyta desaparecieron.
Esa noche, según testigos presenciales, se produjo un incidente en el paseo marítimo de Berdyansk en el que los dos adolescentes supuestamente atacaron a personal ruso.
Un soldado y un colaborador local habrían muerto durante el breve enfrentamiento. Tihran y Mykyta fueron abatidos poco después por las fuerzas de seguridad rusas. No se hizo ningún esfuerzo por detenerlos con vida.
Más tarde salió a la luz un vídeo, presuntamente filmado por Tihran antes del atentado, en el que afirma: «Se acabó. Ha llegado la muerte, chicos. Adiós. Gloria a Ucrania».
Las autoridades rusas calificaron el suceso de operación antiterrorista. Los observadores ucranianos cuestionaron las circunstancias de las muertes, citando la vigilancia previa de los chicos y sugiriendo que las fuerzas rusas podrían haber previsto su regreso y preparado una respuesta letal.
Justicia bajo la ocupación: adolescentes muertos y pruebas escenificadas
Tras su muerte, las autoridades rusas retuvieron los cadáveres de los adolescentes. Un funeral programado por sus familias fue cancelado después de que la administración de ocupación negara el acceso a la morgue. A la abuela de Tihran nunca se le permitió ver sus restos.
Semanas después, los cadáveres fueron trasladados, al parecer, a Melitopol para «un examen forense adicional». Los grupos ucranianos de derechos humanos sospechan que la medida pretendía suprimir las pruebas de los asesinatos tipo ejecución.
Durante el año siguiente, las familias de los niños pidieron en repetidas ocasiones la devolución de sus restos. En julio de 2024, se reveló que las autoridades de ocupación planeaban enterrar a los adolescentes en tumbas sin nombre sin informar a sus familiares.
Negados incluso en la muerte
Tras su muerte, las autoridades rusas de ocupación retuvieron los cadáveres de Tihran Ohannisian y Mykyta Khanhanov.
El funeral previsto por sus familias para el 29 de junio de 2023 se canceló después de que se denegara el acceso al depósito de cadáveres. Había personal armado en las instalaciones y no se permitió a la abuela de Tihran ver los restos de su nieto.

Semanas después, los cadáveres fueron trasladados en secreto a Melitopol, al parecer para someterlos a nuevos exámenes forenses. Según las organizaciones ucranianas de derechos humanos, con esta acción se pretendía ocultar las pruebas físicas, en particular las heridas de bala compatibles con los asesinatos selectivos.
Durante más de un año, los familiares pidieron la devolución de los cuerpos. En julio de 2024, se supo que las autoridades de ocupación pretendían enterrar a los dos adolescentes en fosas comunes, sin notificárselo a sus familias ni permitirles estar presentes.
Para los ocupantes, los dos adolescentes fueron tratados como criminales. Para Ucrania, son recordados como jóvenes civiles que se resistieron a la ocupación y perdieron la vida por ello.






