¿Cómo ha destruido Ucrania casi 10.000 tanques rusos? La respuesta: Drones

En la región rusa de Kursk, una columna de 50 tanques y vehículos blindados avanzó hacia las posiciones ucranianas. Fueron recibidos con fuego de artillería y aviones no tripulados. La ofensiva fracasó y el material quedó destruido.

Forbes informaba recientemente de que, en algunos sectores del frente, las fuerzas ucranianas cuentan ahora con una ventaja de tanques. Este éxito se debe a equipos de combate entrenados y equipados con diversos drones capaces de minar el terreno o de golpear directamente a los vehículos blindados. Como consecuencia, los tanques rusos se han vuelto vulnerables. Muchos ni siquiera llegan a las líneas del frente, viéndose obligados a operar desde la retaguardia como artillería improvisada e imprecisa.

Durante casi tres años de guerra a gran escala contra Ucrania, Rusia ha perdido más de 9.760 carros de combate, según informó el Estado Mayor ucraniano. Las estimaciones independientes de Oryx son menores, pero aún así asombrosas: 3.690 carros de combate. Ningún ejército europeo posee semejante número, y muy pocos en todo el mundo pueden desplegar tantos carros de combate. Las pérdidas ucranianas, en comparación, son varias veces menores.

Frente a estas pérdidas, Rusia ha recurrido a la renovación de viejos arsenales, incluso desplegando anticuados tanques T-55 introducidos por primera vez en 1958, y a veces incluso modelos más antiguos. Las enormes reservas de Siberia se han convertido en una base de donantes de retazos, en la que los mecánicos improvisan tanques funcionales a partir de múltiples tanques abandonados. Combinado con intensos esfuerzos de producción, Rusia ha conseguido entregar hasta 100 tanques al mes a las líneas del frente. Sin embargo, ni siquiera este ritmo proporciona una ventaja decisiva.

¿La razón? Los drones.

Una industria que no existía

Antes de la invasión rusa a gran escala, menos de 10 empresas ucranianas fabricaban drones, principalmente para reconocimiento. La guerra lo cambió todo. Las fuerzas ucranianas necesitaban urgentemente herramientas producidas en masa para hacer frente a un enemigo numéricamente superior.

La primera solución de uso generalizado fue el dron Mavic: un aparato comercial, fácil de manejar, adecuado para el reconocimiento y que sólo cuesta entre 1.000 y 2.000 dólares, una fracción del precio del material militar. Los soldados ucranianos aprendieron rápidamente a convertir estos drones en armas, equipándolos para lanzar munición. Esta innovación reconfiguró el campo de batalla.

Se hizo evidente que un simple dron podía destruir material militar valorado en más de un millón de dólares, una asombrosa relación coste-eficacia. La introducción de los drones FPV (visión en primera persona) los hizo aún más letales. Estos drones eran más difíciles de controlar, lo que impulsó la creación de una amplia infraestructura de formación, que incluía escuelas y centros de formación de pilotos.

Para inundar el mercado de drones FPV, Ucrania implantó leyes que simplificaban la importación de los componentes necesarios y fomentaban un entorno competitivo. En dos años, los drones FPV construidos por aficionados evolucionaron hasta convertirse en una industria multimillonaria, que engloba a cientos de empresas, desde pequeños talleres de garaje hasta fabricantes a gran escala capaces de producir decenas de miles de unidades al mes.

En 2024, Ucrania producía 1,4 millones de drones de diversos tipos: vehículos aéreos no tripulados, de reconocimiento, de ataque, etc. La capacidad de producción del país podría alcanzar los 4 millones de unidades anuales, a la espera de financiación suficiente.

Para agilizar las operaciones, Ucrania se convirtió en la primera nación en crear las Fuerzas de Sistemas no Tripulados, una nueva rama del ejército que engloba drones aéreos, marítimos y robóticos. Vadym Sukharevskyi, comandante de esta nueva fuerza, habló en detalle de su papel.

Los drones han permitido a Ucrania neutralizar la ventaja rusa en vehículos blindados, sobre todo en tanques. Con un dron de entre 500 y 700 dólares, un soldado ucraniano puede destruir un tanque de 2,5 millones de dólares y mantener su posición. Aunque se necesiten entre tres y cinco drones, el coste sigue siendo favorable, sobre todo teniendo en cuenta el limitado armamento ucraniano. Al principio de la invasión, Ucrania tenía 10 veces menos vehículos de casi todo tipo que Rusia, y ni siquiera la ayuda internacional ha logrado la paridad. Aunque los drones no sean un "cambio de juego" bélico, han demostrado ser una herramienta eficaz de disuasión.

Expansión del sector

Por ejemplo, los ingenieros ucranianos han desarrollado drones capaces de derribar vehículos aéreos no tripulados de reconocimiento rusos, privando a las fuerzas rusas de "ojos" en el campo de batalla y dificultando su capacidad de recopilar inteligencia en tiempo real.

Otro avance innovador son los drones FPV equipados con sistemas de guiado por fibra óptica. Inmunes a la guerra electrónica rusa, estos drones pueden atacar objetivos situados a varios kilómetros de distancia. La fibra óptica es barata, lo que garantiza que la rentabilidad de la destrucción de tanques enemigos siga siendo alta.

También se están realizando esfuerzos para mejorar la eficacia de las unidades de apoyo de fuego que utilizan drones. Un nuevo sistema recompensa a los soldados con puntos por destruir soldados o equipos rusos. Estos puntos pueden canjearse por más drones. Esta iniciativa pretende aumentar la eficacia de las unidades de ataque ucranianas y, al mismo tiempo, minimizar el uso de mano de obra en el campo de batalla.

Una transformación notable

En sólo tres años, Ucrania ha creado toda una industria capaz de triturar las vastas reservas de tanques de Rusia. Depósitos enteros de almacenamiento -que en su día fueron mitificados por contener hileras interminables de vehículos capaces de dominar el mundo- han sido diezmados. Según las comunidades OSINT, muchos de estos depósitos están ahora vacíos o sólo contienen equipos demasiado dañados para ser reparados.

Miles de tanques, antaño símbolo del poderío militar del Kremlin, han sido destruidos por drones FPV de 500 dólares.