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El misil Burevestnik de “alcance ilimitado” de Putin es un espejismo nuclear, según los expertos

Lanzamiento de prueba del misil nuclear ruso Burevestnik. (Fuente: OsintUpdates/X)

Analistas desestiman el misil de crucero de propulsión nuclear ruso por considerarlo obsoleto, arriesgado y estratégicamente insignificante: un arma construida para la propaganda, no para la disuasión.

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La última fanfarronada del líder ruso Vladimir Putin sobre la prueba de un misil de crucero de propulsión nuclear con “alcance ilimitado” ha generado escepticismo entre los expertos en armamento, quienes describen el sistema como poco fiable, obsoleto y más simbólico que práctico, según publicó The Wall Street Journal el 28 de octubre.

Putin y el máximo general de Rusia, Valery Gerasimov, anunciaron el 26 de octubre que el misil experimental Burevestnik había completado un vuelo exitoso, calificándolo como un avance sin parangón con ninguna arma occidental.

Pero según especialistas en misiles y armas nucleares citados por The Wall Street Journal y Deutsche Welle, el Burevestnik es una reliquia tecnológica, plagada de ineficiencia, riesgos de radiación y con escaso valor militar más allá de la propaganda política.

«El Burevestnik es un arma política», afirmó Pavel Podvig, investigador principal del Instituto de las Naciones Unidas para la Investigación sobre el Desarme. «El principal objetivo del sistema es permitir que el presidente ruso le diga a su homólogo estadounidense que Moscú puede eludir los sistemas de defensa antimisiles. Pero incluso eso podría no ser cierto».

Un retroceso inestable y subsónico

A pesar de las afirmaciones sobre su “alcance ilimitado”, el Burevestnik vuela muy por debajo de la velocidad del sonido, una característica que facilita su seguimiento y derribo.

Analistas occidentales señalan que misiles similares de baja velocidad se interceptan a diario en Ucrania, donde los modernos sistemas de defensa aérea detectan fácilmente objetivos subsónicos.

“Siempre fue una especie de proyecto de laboratorio. Carece de practicidad y es vulnerable”, afirmó Douglas Barrie, investigador principal del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos.

Explicó que los múltiples sistemas de propulsión del misil deben sincronizarse con una precisión imposible para el vuelo, mientras que su reactor nuclear en miniatura aumenta el costo, la complejidad y conlleva un grave riesgo operativo.

Barrie añadió que los experimentos soviéticos con motores de propulsión nuclear se remontan a la década de 1950, e incluso entonces, el concepto carecía de una orientación práctica.

Una reliquia peligrosa en una era hipersónica

La supuesta ventaja del Burevestnik—una trayectoria de vuelo impredecible—queda eclipsada por el auge de las armas hipersónicas, que ya vuelven obsoletas la mayoría de las defensas tradicionales, señala el WSJ.

«Técnicamente, es factible, pero ahora la velocidad y la maniobrabilidad son imprescindibles», afirmó William Alberque, exfuncionario de control de armas de la OTAN y actual investigador principal del centro de estudios Pacific Forum.

Alberque también señaló que el reactor radiactivo del Burevestnik lo convierte en un blanco fácil incluso antes del lanzamiento: «En cuanto enciendan ese reactor, lo sabremos, desde el espacio».

El analista de defensa alemán Carlo Masala, de la Universidad de la Bundeswehr, calificó el anuncio del Kremlin como «un espectáculo propagandístico», programado para coincidir con los ejercicios nucleares de la OTAN y las nuevas sanciones estadounidenses contra el sector energético ruso. «No es una superarma», afirmó. «Es puro teatro».

Autosabotaje estratégico

Expertos diplomáticos argumentan que desplegar un misil de este tipo sería estratégicamente irracional.

«Cualquier adversario racional que detectara el lanzamiento de un misil de crucero nuclear asumiría el inicio de una guerra», escribió Boris Bondarev, exdiplomático ruso radicado en Ginebra, para el medio ruso The Moscow Times.

«El Burevestnik deja de ser un arma de disuasión y se convierte en un arma de autodestrucción».

Bondarev describió el misil como “un símbolo no de poder, sino de debilidad; prueba de que al Kremlin no le quedan más herramientas de influencia que las amenazas nucleares”.

Incluso algunos científicos rusos, como Nikolai Sokov, del Centro de Viena para el Desarme y la No Proliferación, creen que los ingenieros de Rosatom podrían haber reducido las emisiones radiactivas, pero tanto él como Podvig coinciden en que la producción del Burevestnik será mínima y no alterará el equilibrio estratégico entre Rusia y Estados Unidos.

“Este misil le ha costado muchísimo a Rusia, en dinero y en vidas”, dijo Alberque, recordando los fallos en pruebas anteriores y la explosión mortal de 2019 que acabó con la vida de cinco científicos nucleares.

En definitiva, según los expertos, el poder más significativo del Burevestnik reside quizás no en su reactor nuclear, sino en su valor propagandístico. Como lo expresó Bondarev: «Es una ilusión de fuerza construida sobre la desesperación».

Anteriormente, el vicealmirante noruego Nils Andreas Stensoenes, jefe del Servicio de Inteligencia de Noruega, confirmó que Rusia probó la semana pasada su misil de crucero de largo alcance Burevestnik, de propulsión nuclear.

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