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«No hay niños, hay personas»: Exposición en Chile revela el crimen ruso de secuestro de niños ucranianos
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La exposición multimedia «No hay niños, hay gente» se inauguró el 17 de octubre en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos de Santiago de Chile. El proyecto denuncia la deportación ilegal y el desplazamiento forzado de miles de niños ucranianos por parte de Rusia.
Implementada en el marco de la iniciativa presidencial ucraniana «Bring Kids Back UA», la exposición fue inaugurada por el embajador de Ucrania en Chile, Yuriy Diudin, el curador de la exposición, Vladyslav Troitskyi, la psicóloga Oksana Pysarieva y la directora del museo, María Fernanda García Iribarren.
En su discurso de bienvenida, Diudin destacó el significado simbólico del lugar, que «encarna la memoria, la verdad y la justicia». Subrayó que los niños secuestrados «no son víctimas colaterales, sino personas con su propia dignidad y sueños», y que cada elemento de la exposición da testimonio de su dolor y resiliencia.


El Embajador señaló que, desde 2022, Rusia ha deportado ilegalmente a decenas de miles de niños ucranianos, y dado que esta práctica sistemática está reconocida como crimen por la Corte Penal Internacional, el regreso de cada niño a su hogar es una misión moral del mundo entero.
La exposición incluye una instalación de dibujos infantiles sobre la guerra, las obras animadas «Mariúpol. Cien Noches» y «No Hay Niños, Hay Personas», con música del grupo ucraniano DakhaBrakha, y una serie de videos documentales de la fundación Voces de los Niños y la campaña «Bring Kids Back UA».
También presenta «Generation», un cortometraje que explora la experiencia de los niños que regresan a casa tras el desplazamiento.

La analista jurídica del Centro de Derechos Humanos ZMINA, Onysia Syniuk, detalló la violación sistemática de los derechos de los niños y niñas ucranianos e hizo un llamado a la comunidad internacional para que tome medidas concretas.
“Es fundamental que este evento se convierta en un llamado a la acción: mantener la presión internacional sobre Rusia, reforzar las sanciones e involucrar a más países en la Coalición para el Retorno de los Niños y Niñas Ucranianos”, afirmó.
Syniuk señaló que el adoctrinamiento y la militarización de los niños y niñas constituyen graves violaciones de derechos humanos, y no meros efectos secundarios de la guerra.

El impacto más significativo para los asistentes provino de los discursos de las adolescentes ucranianas Anna, de Kharkiv, y Marta, de la Donetsk ocupada, quienes compartieron sus experiencias personales durante la guerra y la deportación.
Marta, de dieciocho años, creció en la Donetsk ocupada, donde estudió a distancia en una escuela ucraniana. Esperó hasta cumplir la mayoría de edad, luego se marchó a Kyiv. Actualmente estudia en la Universidad Nacional Lingüística de Kyiv y sueña con ser lingüista especializada en japonés. Anna Kovalenko, de dieciséis años y también de Kharkiv, es la protagonista de un video sobre su infancia durante la guerra y la deportación, que se incluyó en la exposición.

Según Bring Kids Back, que cita a organizaciones internacionales, más de 1,6 millones de niños ucranianos se encuentran actualmente en territorios ocupados por Rusia. Decenas de miles han sido deportados ilegalmente a Rusia y a zonas más profundas de los territorios ocupados. Algunos de estos niños son enviados por la fuerza a los llamados “campos de reeducación”, donde se les presiona para que renuncien al idioma ucraniano, se les cambia la ciudadanía y se les prepara para participar en futuras guerras rusas.
Estas acciones constituyen una política criminal sistemática del Kremlin, cuyo objetivo es erradicar la identidad ucraniana y presentan todas las características de un crimen de guerra y un genocidio. La exposición en Santiago pretende no solo mostrar al mundo la magnitud de la tragedia, sino también unir a la sociedad en torno a una demanda común: el regreso de estos niños a casa.
La exposición estará abierta hasta el 30 de noviembre de 2025.
Anteriormente, las autoridades ucranianas identificaron a los líderes de la “Yunarmiya” (Ejército Juvenil), que opera en Donetsk, territorio ocupado por Rusia. Esta organización está siendo utilizada por Rusia para militarizar a los niños de la región y prepararlos para el servicio militar.






