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Que Rusia vuelva a ser pequeña: El mensaje tras la camiseta de Zelenskyy

Durante 700 años, Moscú se ha expandido mediante incesantes acaparamientos de tierras, convirtiéndose en el país más grande de la Tierra al tiempo que subyugaba a innumerables naciones.
En un reciente discurso grabado en vídeo, el Presidente Zelenskyy aparecía con una camiseta con el lema «Hagamos a Rusia pequeña de nuevo». Pero no se trata sólo de una frase pegadiza: es una llamada a la justicia histórica y un recordatorio de las centenarias ambiciones imperiales de Rusia.

La camiseta muestra un mapa del Gran Ducado de Moscú tal y como era en 1462, bajo el gobierno del príncipe Iván III, que pretendía liberarse del dominio de la Horda de Oro. Esta época marcó el inicio de las campañas expansionistas de Moscovia, durante las cuales reclamó tierras más allá de sus fronteras. En los años siguientes, se conquistaron principados vecinos como Yaroslavl, Tver, Riazán y Rostov, la misma región que fue noticia en agosto de 2024 cuando fuerzas ucranianas avanzaron hacia ella.
Ya entonces, Moscú empleó métodos que se convertirían en su práctica habitual durante siglos: la deportación. Tras conquistar la República de Nóvgorod, Moscú trasladó por la fuerza a su población a otras regiones. Esta medida estaba destinada a aplastar cualquier resistencia, ya que Nóvgorod había sido durante mucho tiempo independiente y un poderoso rival de Moscú. Al desmantelar su centro de influencia, Moscú eliminó cualquier esperanza de independencia y silenció las posibles protestas.
Fue Iván III el primero en declararse «zar de toda la Rus», a pesar de que nunca había gobernado las tierras de la Rus Kyivan y sólo aspiraba a conquistarlas. Con el tiempo, sus ambiciones se extendieron a los territorios septentrionales de las modernas regiones de Ucrania-Siveria y Chernihiv.
El territorio de Tatarstán, donde se celebró la cumbre de los BRICS en Kazán en 2024, fue conquistado a mediados del siglo XVI. Históricamente, estas tierras nunca han pertenecido a Rusia.
En los siglos siguientes, Moscú avanzó simultáneamente en todas direcciones, adentrándose en Siberia, hacia el sur hasta el Cáucaso, e incluso librando una guerra con el actual Irán, al tiempo que avanzaba hacia el oeste. El imperio no dejó de crecer, impulsado por el deseo de extender su influencia mundial. Cuando Pedro I proclamó el Imperio Ruso a principios del siglo XVIII, afirmó que estaba «recuperando tierras», pero en realidad se trataba de una implacable campaña de conquista. Como cualquier otro imperio, la expansión de Rusia se construyó sobre la ampliación sistemática de sus territorios y la subyugación de los pueblos que los habitaban.
Un ejemplo especialmente revelador es el de Alaska. Rusia vendió el territorio porque carecía de los recursos necesarios para mantener su control, mientras que Estados Unidos dudó inicialmente si merecía la pena comprarlo.
Incluso en el siglo XX, tras el colapso del Imperio ruso y el ascenso de la Unión Soviética, Rusia continuó con sus conquistas territoriales. En 1939 se firmó el Pacto Molotov-Ribbentrop, un acuerdo secreto entre la Alemania nazi y la Unión Soviética. Este pacto dividió Polonia y delimitó esferas de influencia en Europa del Este, desencadenando el inicio de la Segunda Guerra Mundial.
Mientras los imperios mundiales se desprendían de sus colonias y los antiguos vasallos obtenían la independencia, el Kremlin seguía centrado en ampliar su influencia. Moscú apoyó la guerra de Corea, así como otros numerosos conflictos militares, especialmente en Asia. Su alcance socialista-comunista se extendió mucho más allá de Asia.
Rusia es una vasta prisión de naciones. A lo largo de los siglos, ha conquistado vastos territorios y, al hacerlo, no sólo se ha apoderado de tierras, sino que también ha intentado borrar las identidades de los pueblos a los que subyugaba, como hizo en Nóvgorod. Los habitantes nativos fueron deportados y reasentados en otros lugares. Los tártaros de Crimea fueron expulsados a la fuerza de Crimea, mientras que los habitantes del centro de Rusia fueron reubicados en el Donbáss ucraniano.
La camiseta «Make Russia Small Again» simboliza un llamamiento a la justicia histórica: Moscú era un principado en 1462. La historia de los territorios situados más allá sirve para recordar que el gran tamaño de Rusia es el resultado de la conquista imperial, y que muchas naciones siguen atrapadas en una colonia en expansión.