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Cómo se ha adaptado Ucrania a la mayor guerra de Europa desde la Segunda Guerra Mundial

A pesar de la abrumadora ventaja económica y militar de Rusia, los ucranianos se han adaptado y resistido durante tres años a la implacable invasión a gran escala de Moscú.
Los días 22 y 23 de febrero, Rusia desató su mayor asalto con drones contra Ucrania, enviando 267 vehículos aéreos no tripulados Shahed a la noche. La mitad -138- fueron derribados. Pero muchos-119-desaparecieron del radar, «localización perdida», como dice la Fuerza Aérea de Ucrania. ¿Qué significa esto? Aunque los altos mandos se mantienen herméticos, una cosa está clara: los ucranianos han descifrado el código de los drones Shahed rusos, interfiriéndolos en pleno vuelo con guerra electrónica (EW).
El ejército ucraniano aprendió esto durante tres años de guerra a gran escala contra Rusia. Antes de febrero de 2024, ningún país había lanzado 267 drones contra otra nación en una sola noche, ni se había defendido con éxito de un ataque de este tipo. Ucrania se ha convertido en pionera en un campo en el que ninguna nación desearía liderar.
Éste es sólo un ejemplo de adaptación, concretamente de adaptación militar. En los últimos tres años, Ucrania ha aprendido a vivir sin electricidad, a gestionar una economía de guerra, a crear empresas en un entorno en el que los «cisnes negros» y los «rinocerontes grises» son rutina, e incluso a crear soluciones nuevas e innovadoras. UNITED24 Media ha reunido varios ejemplos sorprendentes.
Guerra
Ucrania depende en gran medida de sus aliados -Estados Unidos, Canadá y Europa- para su apoyo militar, que incluye misiles de defensa aérea, aviones, proyectiles de artillería, tanques y vehículos blindados.
Sin embargo, durante la invasión a gran escala de Rusia, Ucrania ha realizado avances significativos en varios ámbitos militares, en algunos casos construyendo proyectos enteros desde cero. Por ejemplo, Ucrania desarrolló y desplegó con éxito drones navales que han limpiado el Mar Negro de barcos rusos, permitiendo que los corredores marítimos vuelvan a funcionar. La tecnología está evolucionando rápidamente: los drones navales se han convertido en plataformas capaces de lanzar otros drones y disparar misiles, con casos documentados en los que han alcanzado objetivos terrestres y aéreos.
Los drones voladores han crecido hasta convertirse en una industria masiva que ganó prominencia mundial debido a la guerra en Ucrania. Al principio de la invasión, las tropas ucranianas demostraron que incluso un DJI Mavic de 1.500 dólares podía ser una herramienta de reconocimiento eficaz, mientras que un dron FPV de 500 dólares podía destruir un tanque de 2 millones de dólares. Los drones permiten ahora a Ucrania llevar a cabo tareas de reconocimiento y atacar objetivos militares rusos hasta 1.800 kilómetros detrás de las líneas enemigas. Solo en 2024, Ucrania produjo 1,4 millones de drones de diversos tipos, y se espera que esa cifra aumente. Prácticamente inexistentes como activo militar en 2022, los drones se han convertido en una piedra angular de la industria de defensa ucraniana, con más de 200 empresas operando en el sector.

Además de los drones, Ucrania necesitaba armamento más potente: misiles y sistemas de largo alcance capaces de alcanzar instalaciones militares rusas. El desarrollo de sistemas híbridos cohete-drone comenzó con el Palianytsia. En menos de tres años, Ucrania ha construido una gama de misiles de largo alcance y cohetes teledirigidos, con planes para producir 3.000 unidades en 2025. Para acelerar este esfuerzo, el gobierno está colaborando con contratistas privados, abriendo el mercado y concediendo subvenciones para el desarrollo.
En dos años, Ucrania se ha convertido en líder mundial en la producción de sistemas de artillería. Cada mes salen de las cadenas de montaje hasta 20 obuses autopropulsados Bohdana, uno de los mayores índices de producción entre los fabricantes de armas del mundo. El objetivo no es sólo reducir la dependencia de los suministros occidentales, sino saturar las líneas del frente y alcanzar la paridad con Rusia, que cuenta con miles de sistemas de artillería de origen occidental en sus arsenales. Ucrania también está trabajando para establecer la producción nacional de proyectiles de artillería y de mortero.
Ucrania es pionera en el uso de robots militares. Decenas de equipos están desarrollando robots para logística, operaciones de combate y evacuación.
Lejos de frenar la innovación, la guerra ha acelerado el desarrollo de la industria de defensa ucraniana. El país no sólo es un campo de pruebas para las armas occidentales, sino también un centro de innovación militar propia.
Economía
Aunque el esfuerzo bélico es costoso, sus gastos siguen siendo inferiores a lo que Estados Unidos gastó en Afganistán. En 2024, la guerra costó 100.000 millones de dólares: 40.000 millones en pérdidas ucranianas, 35.000 millones de Estados Unidos y 25.000 millones de Europa.
Estas cifras demuestran que la economía ucraniana no se ha paralizado a pesar de la guerra. En los primeros meses de la invasión a gran escala, el PIB cayó un 35%, pero desde entonces se ha ido recuperando hasta alcanzar un crecimiento del 4% en 2024. Los economistas predicen que, una vez finalizados los combates, el crecimiento podría acelerarse hasta el 6% o más, impulsado por un aumento de las inversiones en reconstrucción. Se espera que la inflación se mantenga por debajo del 10%.
La economía ucraniana depende del apoyo de los socios internacionales, que cubren los gastos sociales del país -hasta 40.000 millones de dólares anuales-, lo que permite a Ucrania mantener su esfuerzo militar.
Al mismo tiempo, las empresas ucranianas siguen funcionando. Los repetidos ataques rusos a la infraestructura energética supusieron una grave amenaza, pero las empresas encontraron soluciones que se conocieron como la «economía de los generadores.» Durante tres años, decenas de miles de generadores y sistemas de energía portátiles como EcoFlow han ayudado a mantener la energía durante los cortes. Las grandes empresas han invertido en sus propios sistemas alimentados por gas o por energías renovables.
Quizá el ejemplo más claro de adaptación rápida sea el sector agrícola. Cuando Rusia bloqueó los puertos ucranianos del Mar Negro, las exportaciones de grano se trasladaron a los puertos europeos por ferrocarril y camión. Al mismo tiempo, la infraestructura portuaria a lo largo del río Danubio se amplió, alcanzando su capacidad operativa en cuestión de meses.
El desarrollo de drones navales y la retirada de los buques rusos del Mar Negro han permitido que las zonas portuarias de la «Gran Odesa» reanuden sus operaciones. En menos de un año, volvió la navegación marítima a gran escala: primero con envíos de grano, luego de otras mercancías. En 2024, se transportaron más de 100 millones de toneladas de mercancías, todavía por debajo de los niveles anteriores a la guerra, pero varias veces más que en 2022.
Sigue habiendo problemas, como la escasez de mano de obra, la incertidumbre y los riesgos militares. Los constantes ataques rusos con misiles y aviones no tripulados significan que la cafetería en la que se tomó un café ayer podría haber desaparecido por la mañana. Predecir las operaciones comerciales en tales condiciones es difícil. Quizá por eso las dos palabras que definen a las empresas ucranianas son «resiliencia» y «adaptación». Cada vez más mujeres se incorporan a profesiones tradicionalmente masculinas, y allí donde persiste la escasez de mano de obra, las empresas automatizan procesos.
A pesar de los obstáculos, la economía ucraniana sigue atrayendo nuevas inversiones. En los últimos meses, las inversiones sólo en el sector manufacturero han rondado los 1.000 millones de dólares, una cifra significativa para Ucrania. El holding francés NJJ adquirió activos de telecomunicaciones por valor de más de 600 millones de dólares y tiene previsto invertir cientos de millones más en el desarrollo de su nuevo holding. Esto sin contar las inversiones militares, ya que las empresas europeas ya están construyendo instalaciones de producción en Ucrania.
Innovación y cultura
La guerra ha reconfigurado las prioridades de los ucranianos, que centran todos sus esfuerzos en contener al ejército ruso, cuyas fuerzas en Ucrania superan por sí solas a las de cualquier ejército europeo. Sin embargo, Ucrania sigue haciendo lo que más enfurece a Putin: vive y evoluciona.
Las innovaciones de Ucrania no se limitan al ámbito militar. Un ejemplo destacado es la plataforma de servicios digitales del gobierno, diseñada para trasladar los servicios públicos a Internet y eliminar la necesidad de visitas burocráticas. Está funcionando: con 21 millones de usuarios, Diia es la aplicación más popular de Ucrania (aparte de las aplicaciones de mensajería), y ofrece docenas de servicios y cientos más a través de la versión web. Crear una empresa lleva solo 10 minutos, obtener documentos oficiales unos segundos e incluso casarse puede hacerse por Internet. Ucrania está dispuesta a compartir esta tecnología con el mundo: cuatro países ya están estudiando su implantación.
El sector bancario ucraniano, que nunca dejó de funcionar a pesar de la guerra, también se ha adaptado. Las tarjetas bancarias pueden pedirse por Internet y entregarse en un día en Ucrania o en días en todo el mundo. Pocos países pueden igualar este nivel de comodidad: «conservadurismo» es una palabra que los bancos ucranianos han dejado atrás hace tiempo.
Otro ejemplo es la estrecha integración entre militares y civiles. Las aplicaciones permiten a los civiles informar de la ubicación de equipos militares rusos, y la aplicación ePPO (PPO significa «defensa antiaérea») permite a cualquiera que vea un dron Shahed ruso marcar su ubicación en un mapa, ayudando a los militares ucranianos a seguir e interceptar su trayectoria.
Esta interconexión se extiende a las donaciones digitales: junto a las suscripciones a Netflix y Spotify, los ucranianos se abonan a plataformas de donaciones, enviando fondos automáticamente a organizaciones de voluntarios semanal, mensual o incluso diariamente. Esta cultura de las donaciones representa un nuevo y notable capítulo en el desarrollo de la sociedad ucraniana.
Pero no se trata sólo de caridad y ayuda. Liberada del dominio de la narrativa rusa, la cultura ucraniana ha encontrado su camino. El teatro se ha hecho tan popular que conseguir una entrada es todo un reto. La obra de teatro La bruja de Konotop es noticia en todo el mundo y está de gira por todos los continentes. Los cómicos ucranianos llenan las salas más grandes del país, mientras que la música y el cine prosperan con un nuevo espacio para crecer.
La guerra dura ya tres años. Ucrania ha aprendido a adaptarse: a resistir, a vivir e incluso a crear. Pero hay algo a lo que nadie puede adaptarse: la pérdida de vidas humanas. Cada día, Rusia mata ucranianos. Y el mundo debe hacer todo lo que esté en su mano para ayudar a detenerlo.