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Rusia se enfrenta a una grave crisis laboral: las bajas de guerra y el envejecimiento de la población amenazan la economía

Rusia se está quedando sin trabajadores y sin tiempo. Enfrentado a las crecientes bajas en Ucrania y a una ola de jubilaciones, el Kremlin lucha por mantener a flote su economía de guerra.
Según Le Monde del 16 de julio, para mantener la producción industrial, las empresas rusas necesitarán contratar a unos dos millones de trabajadores al año durante los próximos cinco años, tanto para cubrir los puestos de trabajo de nueva creación como para sustituir a los jubilados.
"De aquí a 2030, necesitaremos integrar a 10,9 millones de personas en la economía. Se crearán unos 800.000 nuevos puestos de trabajo, y unos 10,1 millones de personas habrán alcanzado la edad de jubilación", declaró el 14 de julio el ministro de Trabajo, Antón Kotiakov, durante una reunión con Putin sobre los retos demográficos.
El ministro no ofreció ninguna solución para la creciente escasez de mano de obra, que ahora se deja sentir en todos los sectores de la economía. El Banco Central de Rusia ha dado la voz de alarma en recientes informes, mientras la tasa de desempleo ha alcanzado un mínimo histórico del 2,2%.
El problema no ha hecho más que agravarse desde la invasión a gran escala de Ucrania, informó Le Monde. Se calcula que unos 700.000 hombres rusos -en su mayoría soldados contratados- están ahora en el frente. Muchos fueron atraídos por salarios militares muy superiores a los de los civiles, mientras que otros trabajan en industrias de defensa. El Estado está dispuesto a pagar generosamente por la guerra, dejando a la economía civil sin mano de obra.
Sin embargo, este déficit de mano de obra no es nuevo. La población rusa en edad de trabajar lleva disminuyendo casi dos décadas. Entre 2007 y 2021, la población activa se redujo en 5,8 millones de personas, según Rosstat. La guerra no hizo sino acelerar la tendencia: en la primavera de 2024, Rusia tenía un déficit de 1,86 millones de trabajadores, según las solicitudes de las empresas a los centros de empleo.
El gobierno ha intentado colmar la brecha con mano de obra extranjera. En 2024, 47.000 trabajadores extranjeros -principalmente de China, India, Turquía y Serbia- fueron contratados en el sector industrial, según el Ministerio de Trabajo, según Le Monde. La contratación se intensificará, especialmente en India, país calificado de «socio natural» por Andrei Komarov, de la Unión Rusa de Industriales y Empresarios. Komarov abogó por formar a trabajadores extranjeros para satisfacer las necesidades del mercado ruso.
Pero la demografía no está del lado del Kremlin. Según los datos de Rosstat de abril, recogidos por Le Monde, las muertes superaron significativamente a los nacimientos en 2024: 1,82 millones de muertes frente a 1,22 millones de nacimientos, una cifra que excluye las pérdidas militares en Ucrania, que Moscú se niega a revelar. Sólo en los dos primeros meses del año, Rusia registró 195.432 nacimientos, un 3% menos que en 2024.
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Según Le Monde, para el Kremlin estas cifras exponen el fracaso de años de políticas pro natalistas, campañas antiabortistas y promoción de los «valores familiares tradicionales». En marzo, las autoridades introdujeron una prima de 1.100 dólares por cada estudiante menor de edad que diera a luz. Unos meses antes, una nueva ley prohibía «la promoción de un estilo de vida sin hijos», con multas de hasta 60.000 dólares.
A pesar de estos esfuerzos, la tasa de fertilidad rusa sigue siendo baja: 1,4 hijos por mujer en 2022, cerca de la media europea. Pero el exceso de mortalidad masculina está arrastrando aún más la demografía. En 2023, la esperanza de vida oficial de los hombres rusos era de 68 años, 12 años menos que la de las mujeres, según Le Monde.
De mantenerse estas tendencias, la población rusa podría reducirse de los 144 millones actuales a 138,8 millones en 2046, o incluso a 130 millones, y si el declive no se invierte, los rusos podrían enfrentarse a una perspectiva aún más sombría: elevar la edad de jubilación a 80 años, suponiendo que la esperanza de vida lo permita, informó Le Monde.
Anteriormente, mientras la economía rusa se ve sometida a tensiones por las sanciones internacionales, la Escuela Superior de Economía puso en marcha un nuevo programa de máster en cumplimiento corporativo internacional, diseñado específicamente para formar especialistas en la gestión de los riesgos y retos que plantean las sanciones extranjeras.






