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Servicios de inteligencia occidentales se enfrentan a Moscú por la custodia de un presunto agente del GRU implicado en un complot para poner en peligro la vida de un terrorista

Las agencias de inteligencia rusas y varios servicios de seguridad occidentales mantienen una disputa secreta sobre el destino de Yaroslav Mikhailov, ciudadano ruso acusado de ayudar a orquestar el complot del año pasado para enviar artefactos incendiarios a través de sistemas de carga aérea europeos, según informó The Washington Post el 18 de noviembre.
Mikhailov, quien se cree que desempeñó un papel fundamental en el diseño y la coordinación de los artefactos, huyó de Europa con documentos falsificados y desde entonces se encuentra varado en Azerbaiyán, donde está bajo vigilancia pero no detenido formalmente, según funcionarios de cinco países occidentales.
Funcionarios occidentales declararon a The Washington Post que los directores de las tres principales agencias de inteligencia rusas—el FSB, el SVR y el GRU—han presionado personalmente a Bakú para que extradite a Mikhailov a Rusia.
Mientras tanto, Polonia, con el apoyo de Gran Bretaña, Lituania y Ucrania, ha instado a Azerbaiyán a rechazar la solicitud de Moscú y, en cambio, extraditarlo para que enfrente cargos de terrorismo en Europa.
Un informe confidencial de Interpol, revisado por el Washington Post, describe a Mikhailov actuando bajo las órdenes de la inteligencia rusa durante la operación.

El plan que implicaba un incendio en una parcela
El ataque de julio involucró paquetes enviados a través de Lituania y entregados en centros de carga en Alemania, Polonia y el Reino Unido. Los paquetes contenían pequeños artefactos incendiarios de tiempo activado, fabricados con un compuesto de magnesio, según informaron las autoridades. Los incendios causaron daños en centros logísticos y, según las autoridades europeas, podrían haber derribado aeronaves si se hubieran incendiado en pleno vuelo.
Mikhailov presuntamente actuaba como intermediario entre agentes del GRU en Rusia y una red informal de reclutas de bajo rango y facilitadores criminales en toda Europa. Los investigadores afirman que al menos 20 personas en Lituania y Polonia enfrentan cargos relacionados con la trama.
Vínculos con redes cibernéticas rusas
Funcionarios europeos también identificaron a una figura en línea conocida como “Warrior”, vinculada a Aleksey Kolosovskiy, presunto miembro del colectivo de hackers prorruso Killnet, como un contacto clave para Mikhailov dentro de Rusia. Kolosovskiy negó su participación al ser contactado por el Post.
Una campaña de guerra híbrida más amplia
El plan de bombas en cargamentos es considerado por los servicios de inteligencia occidentales como uno de los intentos de sabotaje más peligrosos de Rusia desde el inicio de su invasión a gran escala de Ucrania, parte de un patrón más amplio de incendios provocados, vandalismo coordinado y ataques perpetrados por terceros en toda Europa.
Según informes, la inteligencia estadounidense advirtió a Moscú tras determinar que los incendios en Europa podrían haber sido un ensayo para ataques similares contra rutas de carga transatlánticas hacia Estados Unidos y Canadá.
Azerbaiyán atrapado en el medio
Azerbaiyán se ha resistido tanto a las exigencias de Moscú como a las solicitudes de extradición europeas, dejando a Mikhailov en un limbo legal durante un año. Funcionarios occidentales señalan que las relaciones entre Moscú y Bakú se deterioraron drásticamente después de que una batería de defensa aérea rusa derribara por error un avión de pasajeros azerbaiyano el año pasado, causando la muerte de 38 personas; un factor que podría reforzar la posición de Europa.
Pruebas de ataques planeados
Documentos obtenidos por el Post indican que la misma red vinculada al GRU preparó materiales para nuevas oleadas de sabotaje, incluyendo explosivos ocultos en envases de uso cotidiano y dispositivos similares a los instalados en drones. Los investigadores también descubrieron depósitos de explosivos camuflados como productos de supermercado en Lituania.
Según fuentes de seguridad, Mikhailov representa una nueva estrategia del GRU: subcontratar operaciones a delincuentes y trabajadores independientes que cobran en criptomonedas, lo que permite a Moscú negar cualquier implicación y, al mismo tiempo, expandir su presencia en Europa.
Aun así, Rusia parece decidida a impedir su detención en Europa, una medida que, según los expertos, refleja el temor a que un juicio pueda revelar detalles sensibles sobre la infraestructura de guerra híbrida de Moscú.
Anteriormente, se informó que aviones aliados de vigilancia y reabastecimiento realizaron varias misiones en Europa esta semana, operando cerca de Rusia y Ucrania como parte de los esfuerzos de vigilancia y disuasión de la OTAN.





