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La economía rusa no está a la altura de sus ambiciones, y los países de la OTAN siguen teniendo una ventaja significativa

Detrás de estas ruidosas ambiciones e intentos de renegociar la influencia mundial se esconde una economía convencional basada en los recursos. Aunque el territorio de la Federación Rusa cubre 1/6 de la masa terrestre, su economía no es en absoluto comparable a las mayores economías del mundo, como China o Estados Unidos, a pesar de los esfuerzos de los dirigentes rusos por presentarla como tal.
Mientras que en el pasado, el deseo de Rusia de influir en la política de terceros países se limitaba en gran medida al espacio postsoviético, hoy en día, Rusia declara abiertamente su intención de influir en el mundo centrado en Estados Unidos que surgió tras el colapso de la Unión Soviética.
Rusia ya no oculta su agresividad verbal hacia varios países de la Unión Europea, su presencia militar en varios Estados africanos es cada vez mayor y los planes para la militarización del Ártico están en marcha.
Si nos fijamos en la economía de Estados Unidos -el país con el que Rusia intenta principalmente entablar un diálogo-, la economía de Rusia es decenas de veces menor. Estados Unidos sigue siendo la mayor economía del mundo, con un PIB cercano a los 30 billones de dólares en los últimos años. Mientras tanto, a pesar de los altos precios de sus principales materias primas, la economía rusa ronda los 2 billones de dólares.

La economía de Rusia es diez veces menor que la de toda la Unión Europea o China. De hecho, es incluso menor que la del Reino Unido, un país mucho más pequeño tanto en extensión como en recursos naturales.
Rusia también está por detrás de varias de las principales economías europeas, como Alemania, Italia y Francia. Su PIB es aproximadamente igual al PIB combinado de cuatro países nórdicos, que tienen territorios y poblaciones significativamente menores.

Al mismo tiempo, Rusia no puede competir con los países líderes en términos de gasto regular en defensa. En 2024, el presupuesto de defensa de Estados Unidos superó los 800.000 millones de dólares, mientras que Rusia gastó alrededor de 110.000 millones ese mismo año, en plena guerra.
Vladimir Putin propuso una reducción del 50% en los presupuestos militares tanto de Estados Unidos como de Rusia. Sin embargo, dados los valores absolutos, esta oferta parece más bien un farol: El gasto en defensa de Estados Unidos es ocho veces mayor que el de Rusia.
Para Rusia, un recorte de este tipo significaría esencialmente volver al periodo anterior a la guerra, cuando normalmente no gastaba más de 70-80.000 millones de dólares anuales en defensa.
Rusia planea aumentar su gasto en defensa hasta 141.000 millones de dólares en 2025, pero a pesar de la retórica confiada de Putin, las estadísticas económicas hablan por sí solas. Rusia se enfrenta a un déficit presupuestario récord, y sus reservas, acumuladas en los últimos 15 años, podrían agotarse este mismo año al ritmo actual.
La parte líquida del Fondo Nacional de la Riqueza cayó a 30.000 millones de dólares en marzo de 2025, frente a los más de 110.000 millones de 2021, antes de la invasión a gran escala de Ucrania.
El Ministerio de Finanzas de Rusia había planeado reponer este fondo utilizando los ingresos adicionales del petróleo y el gas. Sin embargo, con el precio del crudo de los Urales cayendo a 50 dólares por barril, esa promesa puede quedar incumplida a menos que Rusia aplique un secuestro presupuestario.
¿Cuáles son los puntos fuertes de la economía rusa y pueden debilitarse?
Un rasgo definitorio de la economía rusa es su dependencia de ciertos legados tecnológicos de la Unión Soviética. Sin embargo, hoy en día Rusia es incapaz de desarrollar o reproducir la mayoría de los sistemas tecnológicos sin tecnologías extranjeras. Casi todos los sistemas de armamento que produce dependen ahora de equipos occidentales.
A pesar de los repetidos intentos de diversificar la economía, Rusia sigue dependiendo en gran medida de los precios de la energía, que se han mantenido altos en los últimos años. Los recursos energéticos siguen siendo la principal fuente de ingresos presupuestarios.
Formalmente, el petróleo y el gas representan alrededor del 30% del presupuesto federal, pero también alimentan indirectamente una parte importante de los ingresos fiscales de las industrias adyacentes y el consumo.
A pesar de las sanciones, Rusia ha conseguido en los últimos años eludir las restricciones y seguir ingresando cientos de miles de millones de dólares, con los que financia sus gastos militares y de otro tipo. La estabilidad de los ingresos en divisas procedentes de las exportaciones energéticas es el principal punto fuerte de la economía rusa, pero también el talón de Aquiles de Putin.
Otro punto fuerte típico de los regímenes autocráticos es que estos ingresos no tienen que gastarse en mejorar el bienestar público. En su lugar, pueden servir a las ambiciones de la élite gobernante, el aparato de seguridad y la militarización. Después de todo, Corea del Norte desarrolló armas nucleares a pesar de tener una economía subdesarrollada, pero no sin el apoyo técnico de la Unión Soviética.
En el caso actual de Rusia, esto significa dos cosas:
El mundo debe consolidar los esfuerzos para reforzar el control sobre la exportación de tecnologías de doble uso a Rusia, aquellas que podrían reforzar el complejo militar-industrial ruso.
La comunidad internacional debe colaborar para que la población rusa comprenda que apoyar la agresiva política militarista de sus actuales dirigentes tiene consecuencias, no sólo para las élites, sino también para quienes las apoyan.