Illia es periodista, editor y reportero del canal United24 Media en YouTube. Sus temas de enfoque incluyen principalmente: economía, defensa y tecnologías de la información. Tiene más de 10 años de experiencia periodística.
El presidente estadounidense Donald Trump ha sancionado a Rosneft y Lukoil, las principales petroleras rusas, asestando lo que parece ser un duro golpe a sus operaciones globales. Si bien el Kremlin minimiza la medida, los primeros indicios apuntan a una realidad muy distinta.
La necesidad de defender las ciudades ucranianas se ha vuelto aún más urgente: Rusia ha mejorado sus bombas aéreas guiadas, uno de los medios más baratos de ataque aéreo. Son difíciles de derribar y Rusia tiene muchas de ellas.
Cientos de miles de ucranianos viven en zonas de la región de Donetsk que permanecen bajo control ucraniano. La exigencia de Vladimir Putin de que estas tierras sean entregadas a Rusia es un término imposible de cualquier negociación. He aquí por qué.
Rusia sigue atacando ciudades ucranianas con intensidad constante. En esta ocasión, el ataque con misiles tuvo como objetivo la capital del país, Kyiv. El ejército ruso lanzó drones Shahed y misiles balísticos contra la infraestructura civil y energética de la ciudad.
Rusia sigue perdiendo su armada, incluidos sus barcos más nuevos, y ahora incluso lejos del mar Negro. El líder ruso, Vladimir Putin, ha llevado la guerra al territorio ruso, donde ya no hay seguridad, ni siquiera a miles de kilómetros del frente.
El gobierno de Estados Unidos está considerando suministrar a Ucrania misiles de largo alcance para atacar refinerías de petróleo, instalaciones militares y nodos logísticos, objetivos que afectan directamente a la capacidad de Rusia para librar la guerra. El misil Barracuda es uno de los sistemas que se están barajando.
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