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Rusia afirma que está reclutando prisioneros de guerra ucranianos para combatir, lo que constituye una violación de los Convenios de Ginebra.

Los medios de comunicación estatales rusos han difundido declaraciones de Viktor Vodolatsky, diputado de la Duma Estatal de Rusia, en las que afirma que se están formando unidades militares con soldados ucranianos capturados para desplegarlos en el frente.
Según Defense Express, el 30 de julio, Vodolatsky también afirmó que los prisioneros de guerra ucranianos son devueltos al servicio en Ucrania después de someterse a una verificación, una afirmación que los funcionarios ucranianos niegan rotundamente.
El medio de comunicación ucraniano especializado en defensa, citando fuentes de inteligencia, enfatizó que tales declaraciones representan otra campaña de información del Kremlin destinada a desacreditar a Ucrania y tergiversar el trato que reciben los prisioneros de guerra. Estas afirmaciones, si se llevaran a cabo, constituirían una clara violación del derecho internacional humanitario.
Concretamente, el artículo 129 del Tercer Convenio de Ginebra prohíbe obligar a los prisioneros de guerra a servir en las fuerzas armadas del enemigo. Obligar o intentar coaccionar a los prisioneros de guerra para que luchen en el bando contrario se considera una infracción grave, equivalente a la tortura o al trato inhumano.

Los servicios de inteligencia ucranianos han documentado casos en los que, según se informa, las fuerzas rusas intentaron presionar a los prisioneros para que prestaran servicio mediante amenazas o coacción física, incluidas amenazas contra sus familiares.
Sin embargo, estos esfuerzos no han logrado los resultados que promueve la propaganda rusa, ya que no hay pruebas sustanciales de que se hayan desplegado en combate unidades organizadas compuestas por prisioneros de guerra ucranianos.
Durante los últimos tres años de guerra a gran escala, Rusia ha afirmado en repetidas ocasiones la existencia de formaciones militares ucranianas prorrusas, entre ellas el llamado «Batallón Khmelnytskyi», el «Batallón Kryvonos» y la «Unidad Pushkar».
Según la inteligencia ucraniana, estas formaciones nunca han sido verificadas ni se ha observado su participación en operaciones de combate.

Fuentes de Defense Express afirmaron además que el número de colaboradores conocidos entre los prisioneros de guerra ucranianos dispuestos a unirse a las fuerzas rusas se ha mantenido constantemente mínimo, limitado a unas pocas docenas de personas como máximo. Por lo tanto, las afirmaciones públicas sobre la formación de unidades de combate a gran escala a partir de prisioneros parecen carecer de fundamento.
Tras su liberación, los prisioneros de guerra ucranianos se someten a rehabilitación y reciben atención médica. Se les da la opción de volver a la vida civil o reanudar voluntariamente el servicio militar, de conformidad con la legislación ucraniana y las normas internacionales.
Anteriormente, Le Monde informó de que Rusia se enfrenta a una grave crisis laboral, provocada por las bajas de guerra, la disminución de la población activa y el envejecimiento de la población. El Kremlin necesitará incorporar casi 11 millones de trabajadores a la economía para 2030, pero las bajas tasas de natalidad, la elevada mortalidad masculina y el reclutamiento militar masivo están acelerando el declive.






