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Ucrania tenía 1.900 ojivas nucleares antes de entregarlas para garantías de seguridad. Hoy se cumplen 31 años del fracaso de esas garantías.

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El presidente estadounidense Bill Clinton, el presidente ruso Boris Yeltsin, el presidente ucraniano Leonid Kuchma y el primer ministro del Reino Unido John Major firman el Memorando de Budapest, el 5 de diciembre de 1994. (Fuente: Ukrinform)
El presidente estadounidense Bill Clinton, el presidente ruso Boris Yeltsin, el presidente ucraniano Leonid Kuchma y el primer ministro del Reino Unido John Major firman el Memorando de Budapest, el 5 de diciembre de 1994. (Fuente: Ukrinform)

Ucrania conmemora 31 años desde la firma del Memorándum de Budapest, un acuerdo en virtud del cual el país entregó el tercer arsenal nuclear más grande del mundo a cambio de garantías de seguridad de Estados Unidos, el Reino Unido y Rusia.

Firmado el 5 de diciembre de 1994, el memorando pretendía consolidar la soberanía e integridad territorial de Ucrania tras el colapso de la Unión Soviética.

Según registros históricos de fuentes gubernamentales ucranianas y organismos internacionales de monitoreo, Ucrania heredó unas 1900 ojivas nucleares, 176 misiles balísticos intercontinentales en silos reforzados, 44 bombarderos estratégicos y hasta 4000 municiones nucleares tácticas.

En ese momento, solo Estados Unidos y Rusia poseían más armas nucleares. Sin embargo, Ucrania no tenía control operativo sobre el arsenal (los códigos de lanzamiento permanecían en Moscú) y mantener las fuerzas nucleares habría requerido infraestructura y costos anuales superiores a los mil millones de dólares.

El proceso de desnuclearización se desarrolló a lo largo de casi una década. En 1992, Ucrania se adhirió al Protocolo de Lisboa, que obligaba a Kyiv, Minsk y Astaná a transferir armas nucleares de la era soviética a Rusia y a adherirse al Tratado de No Proliferación Nuclear como Estados no poseedores de armas nucleares.

Para 1996, Ucrania había transferido todas sus ojivas nucleares a Rusia, y para 2001, los últimos sistemas de lanzamiento estratégicos fueron desmantelados en virtud del Tratado de Reducción de Armas Estratégicas.

Estados Unidos contribuyó con más de 300 millones de dólares en asistencia técnica y financiera para retirar misiles, demoler silos y desmantelar aeronaves.

El Memorándum de Budapest formalizó las garantías de seguridad de Washington, Londres y Moscú, incluyendo el compromiso de respetar las fronteras de Ucrania y abstenerse del uso o la amenaza de la fuerza. El acuerdo se reafirmó en una declaración conjunta de Estados Unidos y Rusia en 2009, en la que se confirmó que sus disposiciones de seguridad seguirían vigentes tras la expiración del START.

Sin embargo, las garantías resultaron ineficaces. Rusia, signataria del memorando, violó sus compromisos al anexarse ​​Crimea en 2014 y lanzar una invasión a gran escala en 2022.

Como señalan los analistas, la guerra ha puesto de relieve la debilidad estructural de las garantías de seguridad no vinculantes y ha reavivado el debate sobre los riesgos globales del desarme nuclear cuando no se cumplen los compromisos.

Hoy en día, la experiencia de Ucrania se considera un caso clave en materia de seguridad internacional: un país que desmanteló un enorme arsenal nuclear para integrarse en un sistema internacional basado en normas, y que posteriormente fue atacado por uno de los Estados que se comprometieron a protegerlo.

Anteriormente, el ministro de Asuntos Exteriores ucraniano, Andrii Sybiha, calificó el Memorándum de Budapest como un documento fallido que solo sirvió como un "sombrío recordatorio" de cómo no resolver los problemas de seguridad. Al conmemorar su aniversario en la sede de la OTAN, argumentó que el desarme de Ucrania fue explotado, mientras que las garantías prometidas se derrumbaron.

Sybiha instó a Occidente a abandonar el apaciguamiento, aceptar la plena adhesión de Ucrania a la OTAN y adoptar una estrategia de "paz a través de la fuerza" para garantizar la seguridad europea.

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