Putin habla de negociaciones de paz y luego envía más de 600 drones para devastar Kyiv

El ataque ruso del 28 de agosto fue el segundo más grande desde el inicio de la invasión a gran escala. El más grande tuvo lugar el 9 de julio, cuando se lanzaron 741 armas aéreas. En esta ocasión, Rusia lanzó 629 armas aéreas, entre ellas más de 500 drones Shahed. Dos misiles de crucero impactaron en un edificio de oficinas en Kyiv, causando una destrucción generalizada de las estructuras civiles circundantes y dañando apartamentos y oficinas.

En otra parte de Kyiv, toda la sección de entrada de un edificio residencial quedó destruida. Se confirmaron varias víctimas mortales y los equipos de rescate pasaron horas sacando a personas de entre los escombros. Los Shahed y los misiles rusos alcanzaron infraestructuras civiles en toda la ciudad.

Las infraestructuras ferroviarias también fueron blanco de los ataques: Rusia destruyó un tren de pasajeros de alta velocidad y dañó instalaciones en otra región.

En total, al menos 18 personas murieron solo en Kyiv y más de 50 resultaron heridas.

Es revelador que la capital ucraniana se haya librado de bombardeos a gran escala durante diez días tras una semana de negociaciones celebradas primero en Alaska y luego en Washington. Anteriormente, en mayo, junio y julio, Rusia había intensificado constantemente sus ataques, utilizando un número récord de recursos aéreos contra ciudades ucranianas. En solo dos meses, la escala de los ataques masivos pasó de 300 a más de 700 objetivos aéreos a la vez.

Tras la semana de conversaciones a principios de agosto, en la que el presidente estadounidense Donald Trump se reunió con Putin, seguida de una reunión entre el presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy, Trump y los líderes europeos, el número de ataques disminuyó temporalmente. Pero, como demuestra este último ataque, esa pausa fue efímera: se lanzaron más de 600 drones y misiles en una sola oleada.

Esto ilustra claramente la supuesta «disposición» de Rusia para negociar. Durante esas reuniones, se plantearon cuestiones como el cese de los ataques aéreos, un alto el fuego y otros posibles escenarios para iniciar las conversaciones de paz. Sin embargo, Rusia no solo se negó a iniciar el proceso de negociación, sino que también dejó claras sus intenciones con sus acciones: 18 muertos y una destrucción generalizada en el corazón de Kyiv. Estos ataques no son más que terrorismo contra la población civil y una demostración de la actitud del Kremlin hacia las conversaciones de paz.

Por su parte, Ucrania ha delineado claramente el marco para las negociaciones, manifestando su disposición a reunirse con Putin y la delegación rusa. Ese marco cuenta con el apoyo tanto de los aliados europeos como de Trump.

Este último ataque es un poderoso recordatorio de que la presión de las sanciones sobre Rusia debe continuar, para mostrar, con ejemplos concretos, las consecuencias de retrasar las negociaciones.

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