Rusia está destruyendo deliberadamente las empresas estadounidenses en Ucrania

Este verano, las empresas estadounidenses en Ucrania ya han sido atacadas dos veces por misiles rusos. La oficina de la sucursal ucraniana de Boeing, que emplea a unos 1000 especialistas, fue atacada en la noche del 9 al 10 de junio. El ataque no causó víctimas, pero lo importante es que no fue el resultado de la caída de escombros de un misil o dron interceptado, sino un ataque directo deliberado contra el edificio de Boeing.

Luego, el 21 de agosto, el Kremlin lanzó dos misiles de crucero contra una planta que fabrica hervidores eléctricos y cafeteras en Mukachevo, en la región de Zakarpattia. La instalación pertenece a una empresa con sede en Estados Unidos, Flex.

Flex es una empresa global con oficinas en Singapur y Estados Unidos que se especializa en la fabricación por contrato. Entre sus clientes se encuentran empresas que subcontratan el ensamblaje de pequeños electrodomésticos, precisamente el tipo de producción que se lleva a cabo en Ucrania. La planta, construida hace 20 años, empleaba a casi 3000 personas y era un negocio clave para la región, ya que proporcionaba puestos de trabajo y contribuía a los ingresos fiscales. En el momento de redactar este artículo, se había informado de 15 heridos. El ataque a una planta de ensamblaje de cafeteras no hace más que reforzar una creencia muy extendida entre los ucranianos: Rusia quiere destruirlo todo.

Empresas civiles estadounidenses bajo fuego ruso

Las empresas estadounidenses siguen siendo un objetivo constante de los ataques militares rusos. El primer día de la invasión a gran escala, el 24 de febrero de 2022, Rusia atacó un buque que salía del puerto de Odesa y que había sido fletado por el gigante agroindustrial estadounidense Cargill. La tripulación resultó ilesa. Sin embargo, parte de los activos de Cargill —una planta de aceite de girasol y un complejo de cereales y semillas oleaginosas— quedaron en la parte ocupada por Rusia de la región de Jersón, donde las autoridades de ocupación los confiscaron sin compensación alguna.

Al inicio de la invasión, Rusia atacó la planta de Coca-Cola en Ucrania. El ataque selectivo causó graves daños sostenidos a la instalación civil que produce refrescos.

El principal competidor de la empresa, Pepsi, también se vio afectado: en 2023, los restos de un misil ruso derribado cayeron sobre su planta en la región de Kyiv.

Ese mismo año, los ataques rusos dañaron la planta de fabricación de la estadounidense Philip Morris en la región de Járkov. La empresa se vio obligada a establecer urgentemente líneas de producción adicionales en el oeste de Ucrania, con una inversión de más de 30 millones de dólares.

Los continuos ataques rusos en ciudades ucranianas siguen dañando edificios que albergan empresas estadounidenses. McDonald's ha tenido que cerrar repetidamente restaurantes para su reconstrucción tras los ataques de drones y misiles rusos. En Kyiv, la oficina de Microsoft sufrió daños repetidos como consecuencia de los ataques con misiles contra la infraestructura energética del mismo distrito.

Es revelador que Rusia no haya dejado de atacar a las empresas estadounidenses ni siquiera ahora, cuando el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y los líderes europeos en general trabajan para poner fin a la guerra. El ataque deliberado del 21 de agosto contra una instalación de propiedad estadounidense subraya esta realidad.

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