- Categoría
- Guerra en Ucrania
Siete escenarios para el futuro de Ucrania y las duras lecciones a las que se enfrenta el mundo

Existen múltiples escenarios que describen cómo podría desarrollarse la guerra de Rusia en Ucrania, y ninguno ofrece respuestas fáciles. Cada uno de ellos pone a prueba no solo la resiliencia de Ucrania, sino también la unidad, la estrategia y la determinación del mundo democrático.
El think tank global GLOBSEC ha publicado un nuevo informe analítico, Siete escenarios de seguridad sobre la guerra de Rusia en Ucrania para 2025-2026: implicaciones y recomendaciones políticas para los socios occidentales, en el que se esbozan siete posibles escenarios sobre cómo podría evolucionar la guerra a gran escala de Rusia contra Ucrania. En su informe anterior, que abarcaba el periodo 2024-2025, los analistas identificaron la continuación de la guerra como el escenario principal.
El último análisis no es menos pesimista: el escenario principal sugiere que hay más de un 30 % de probabilidades de que la guerra continúe. Con los recursos de que dispone, se espera que Rusia prosiga una guerra de desgaste, prolongando los combates y poniendo a prueba la resistencia de los socios de Ucrania. Los escenarios enumerados son:
Tercera Guerra Mundial de tipo híbrido: conflictos regionales agudos y guerras en todo el mundo, con una «difuminación» de la guerra en Ucrania hacia guerras en Oriente Medio, Asia-Pacífico, los Balcanes, el Cáucaso, etc.
La guerra rusa en Ucrania: Guerra de desgaste con mantenimiento del nivel actual de intensidad de las hostilidades; Europa y Estados Unidos proporcionan el nivel óptimo de asistencia militar y financiera.
La guerra rusa en Ucrania: Guerra de desgaste, con Rusia logrando avances en el frente en medio de la movilización de recursos rusos y la retirada del apoyo militar estadounidense.
La guerra rusa en Ucrania: Guerra de desgaste con una intensidad reducida de las hostilidades debido al agotamiento de los recursos de ambos bandos.
La guerra rusa en Ucrania: Alto el fuego y transición hacia un proceso de paz en condiciones inaceptables para Ucrania.
La guerra rusa en Ucrania: Alto el fuego en condiciones razonablemente aceptables tanto para Ucrania como para Rusia, con un proceso de paz irregular y sin una paz sostenible.
La guerra rusa en Ucrania: Alto el fuego y transición hacia un proceso de paz que tenga en cuenta los intereses y la seguridad de Ucrania.
El mundo ahora comprende claramente hasta qué punto la guerra depende de los recursos financieros y se ha movilizado en consecuencia. Europa, Japón, Australia, Estados Unidos y Canadá están contribuyendo activamente a la compra de armas y a la ayuda financiera. Sin embargo, los recursos humanos también son importantes, y Ucrania cuenta con menos que Rusia.
La mayoría de los escenarios previstos son difíciles para Ucrania. Incluso la idea de la paz supone un reto por una sencilla razón: aunque muchos hablan de un alto el fuego, pocos discuten los términos reales de la paz. Los autores del informe destacan la necesidad de comprender claramente cómo sería la paz, cómo coexistirían ambos países después y qué papel desempeñarían Europa, Estados Unidos y Rusia. Volver a la normalidad no es una solución viable a largo plazo.
El informe reitera que el objetivo concreto de Rusia en esta guerra es la destrucción del Estado ucraniano. La pregunta clave es: ¿puede un alto el fuego ser algo más que una pausa temporal para que Rusia se reorganice y conducir realmente a algo efectivo?
En todos los escenarios, se espera que Ucrania aumente su potencial militar, centrándose en la tecnología. Ahora se trata de una guerra tecnológica, con nuevas reglas. Mientras que los conflictos anteriores desde la Segunda Guerra Mundial se centraban principalmente en la fuerza bruta, hoy en día el campo de batalla ha cambiado.
Los drones, la robótica y la inteligencia artificial son ahora factores decisivos, que permiten a una nación resistir más tiempo en la guerra o, en su ausencia, perder la superioridad en el campo de batalla incluso con equipo blindado pesado. Ucrania ha demostrado en repetidas ocasiones que la tecnología puede ayudar a contener a un adversario mucho más grande, incluso a uno calificado como «el segundo ejército del mundo». Es esencial seguir invirtiendo fondos, energía y capital humano en este sector, así como contar con la participación de ingenieros y desarrolladores. Esto no solo se aplica a Ucrania.
¿Y el resto del mundo?
Aunque el informe se centra en la invasión a gran escala de Rusia a Ucrania, todos los escenarios subrayan la importancia del apoyo de Europa y del mundo democrático.
Rusia ya ha llevado la guerra a Europa, aunque sin participación militar directa. La guerra híbrida está en pleno apogeo: el sabotaje, el espionaje, la interferencia localizada, las operaciones de inteligencia y, especialmente, la guerra cibernética se han convertido en herramientas habituales de Rusia para interferir en los asuntos europeos. El Kremlin también está financiando a fuerzas prorrusas que pretenden introducirse en la vida política europea.

De cara al futuro, también existe el riesgo de que el conflicto se agrave. Si Washington se distanciara aún más de Europa, Moscú lo interpretaría como una señal de que, en caso de una escalada más amplia en el continente, el apoyo internacional podría flaquear. Por lo tanto, Europa debe prepararse para una guerra híbrida con Rusia, que abarque desde provocaciones militares en las fronteras de la UE/OTAN y la afluencia de migrantes, hasta ataques complejos contra infraestructuras críticas e incidentes terroristas dirigidos a la población civil.
Para el mundo democrático, la unidad es fundamental, tanto a nivel interno como en su apoyo a Ucrania. Incluso la más mínima división entre Estados Unidos y Europa da argumentos a los regímenes autoritarios: si los aliados no se ponen de acuerdo entre ellos, ¿cómo pueden proteger a los demás?
Además, si se permite a Rusia continuar con su audaz arbitrariedad en Ucrania y Europa, se enviará una clara señal a las potencias autoritarias: los crímenes pueden quedar impunes; por lo tanto, es posible seguir adelante con la imposición unilateral y forzosa de ambiciones geopolíticas egoístas a expensas de otros, socavando así los principios de la coexistencia civilizada. Esto podría catalizar conflictos en otras partes del mundo. El mundo observa atentamente a Ucrania: su desenlace y sus consecuencias no son solo un asunto que atañe a Rusia y Ucrania, sino una cuestión que erosiona la confianza mundial en el orden internacional.

What should Europe and the world learn?
First, as the report stresses: technological superiority. This isn’t just about national defense capabilities or the number of tanks and aircraft. In today’s warfare, a hundred drones can destroy a dozen aircraft in 30 minutes. Long-range drones can demolish ammunition depots.
The current priorities: drones, robotics, artificial intelligence, cyber defense, autonomous communications, electronic warfare systems, and air defense—all of which are already being used extensively on the Ukrainian battlefield. Frontline reports show that armored convoys are rarely deployed anymore. The war is being fought with drones. Ukraine has already seen instances of ground robots capturing Russian soldiers, and sea drones neutralizing Russia’s naval dominance in the Black Sea. This makes investment in defense technology not optional, but imperative.
Second: unity in the vision for the future. Europe must function as a single mechanism, developing a collective defense doctrine and presenting a unified front to ensure its own security. Western support for Ukraine remains essential, even if it still falls short of Ukraine’s actual needs. Scenarios two and three contrast because steady Western aid leads to resilience (2), while reduced support invites Russian gains (3).
A strong Europe is exactly what Russia fears—and what it is determined to prevent. Russia is prepared to play a long game, but it’s also betting that Western democracies have little tolerance for discomfort with sustained wartime pressure. That’s why hybrid warfare remains a key part of Russia’s strategy: to undermine solidarity, weaken commitment to shared values, and fracture both the EU and NATO blocs.
Finally, a sustainable and clearly defined peace framework is critical. Ceasefires alone are not peace. Scenarios 5 and 6 show that a ceasefire, not accompanied by structural guarantees and political will, may be worse than war for the victimized nation.
The post-2014 negotiations, after Russia’s attempted annexation of Crimea and invasion of two Ukrainian regions, demonstrated one thing clearly: a ceasefire does not equal peace. Negotiating with Russia often comes at a high price—it is a state that acts on its own terms. Any new negotiations must avoid repeating past mistakes. Talking merely about a ceasefire is insufficient. The goal must be a durable, clearly articulated peace with concrete guarantees—that’s what the world must work toward.

-29a1a43aba23f9bb779a1ac8b98d2121.jpeg)



-e27d4d52004c96227e0695fe084d81c6.jpg)