Ucrania y el Consejo de Europa: Treinta años de valores compartidos y propósito renovado

En 1949, cuando se fundó el Consejo de Europa, sus fundadores—los pioneros de Europa Winston Churchill, Konrad Adenauer, Robert Schuman, Paul-Henri Spaak, Alcide de Gasperi y Ernest Bevin— estaban firmemente decididos a evitar que la tragedia de la guerra volviera a repetirse en el continente.

Su ambición era clara y noble: unir a las naciones democráticas europeas en torno a los ideales de los derechos humanos, la democracia y el Estado de derecho. Así, el Consejo de Europa se convirtió en la primera organización política establecida tras la Segunda Guerra Mundial para reunir a las democracias europeas libres en un marco jurídico y moral común, basado no en la fuerza, sino en los principios.

A lo largo de los años, estos principios han evolucionado en respuesta a los nuevos desafíos de Europa. Durante la Guerra Fría, el Consejo sirvió de guía moral para el continente dividido, ofreciendo la idea de una Europa libre y justa a millones de personas al otro lado del Telón de Acero.

La caída del Muro de Berlín y el colapso de la URSS abrieron un nuevo capítulo para la democracia y la integración europea. El Consejo de Europa se convirtió en el hogar de las democracias emergentes de Europa Central y Oriental, guiando sus transformaciones mediante el diálogo, la asistencia y la adhesión al Convenio Europeo de Derechos Humanos.

Fue en este momento histórico, el 9 de noviembre de 1995, cuando Ucrania se unió al Consejo. Lo recuerdo vívidamente. Por aquel entonces, como estudiante de relaciones internacionales en la Universidad Nacional Ivan Franko de Lviv, sentí, junto con mi generación, una profunda esperanza. Para nosotros, la adhesión de Ucrania no solo fue un hito diplomático, sino una decisión civilizatoria: el regreso a Europa, a la familia de naciones donde la libertad, la dignidad humana y la justicia eran los pilares de la vida pública.

Durante estas tres décadas, Ucrania ha recorrido un camino de transformación. La pertenencia al Consejo de Europa ha moldeado profundamente nuestra identidad nacional, consolidando a Ucrania dentro de la familia de democracias europeas guiadas por valores compartidos.

Los ideales de Estrasburgo inspiraron a los ucranianos durante la Revolución Naranja y la Revolución de la Dignidad, cuando millones salieron a las calles para defender su opción europea.

Hoy, mientras Ucrania avanza hacia la plena adhesión a la Unión Europea, consideramos al Consejo de Europa un socio indispensable y una guía moral en este camino: una fuente de estándares, experiencia y solidaridad que siguen orientando nuestra transformación y fortaleciendo nuestra resiliencia.

Al recordar aquella gran esperanza de hace treinta años, nos enfrentamos ahora a una realidad violenta donde debemos defender nuestros valores cada día.

Europa se enfrenta a su mayor prueba desde 1945: una guerra de agresión brutal e injustificada por parte de la Federación Rusa contra Ucrania. Esta guerra no solo atenta contra nuestra soberanía y nuestros ciudadanos, sino que constituye un ataque a los valores mismos sobre los que se fundó el Consejo de Europa. En esta lucha, Ucrania se erige como la principal defensora de dichos valores.

Las decisiones adoptadas por el Consejo de Europa desde 2022—la expulsión de Rusia, la creación del Registro de Daños y los trabajos para la creación del Tribunal Especial para el Crimen de Agresión—demuestran que el Consejo ha recuperado el propósito moral que guio a sus fundadores en 1949.

Al defender a Ucrania, el Consejo de Europa se defiende a sí mismo: su misión, su legado, su visión de un continente unido en la paz, el derecho y la justicia. Los mecanismos de rendición de cuentas que se están configurando bajo sus auspicios no son meros instrumentos jurídicos; son la expresión contemporánea del principio fundacional del Consejo: la búsqueda de la paz basada en la justicia y la cooperación internacional.

Al conmemorar el 30.º aniversario de la adhesión de Ucrania, no celebramos, sino que rendimos homenaje a nuestro compromiso europeo común. Nuestra determinación de construir una Europa íntegra, libre y en paz. Una Europa donde el Estado de derecho proteja a los más vulnerables, la justicia prevalezca sobre la fuerza y ​​cada nación, grande o pequeña, pueda vivir con dignidad.

La historia de Ucrania y del Consejo de Europa es, en esencia, una historia compartida de convicción en los derechos humanos, perseverancia frente a la tiranía y una fe inquebrantable en la propia idea de Europa.

Hoy, al igual que en 1949, 1995, 2005 y 2014, y desde febrero de 2022, la consolidación de las fuerzas progresistas en Europa representa un triunfo en la lucha por los derechos humanos, el Estado de derecho y la democracia.

Juntos, obligaremos a Moscú a poner fin a la guerra, restablecer la paz y garantizar la rendición de cuentas. Este es nuestro deber moral ante las futuras generaciones de europeos.