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¿Qué porcentaje de territorio estadounidense podría quedar dentro del alcance de los misiles que Rusia planea instalar en Venezuela?

Tras haber violado ya tratados internacionales al trasladar armas nucleares a Bielorrusia, Rusia ahora está dando señales de planes para desplegar potentes misiles balísticos en Venezuela que pueden alcanzar Estados Unidos.
Desde el inicio de la invasión rusa a gran escala de Ucrania, quedó claro que no se trataba de un conflicto local o regional. El Kremlin busca desmantelar el orden mundial vigente y expandir su influencia en Europa y en todo el mundo. Sus alianzas con Corea del Norte e Irán, la transferencia de armas nucleares a Bielorrusia y la guerra híbrida en Europa confirman esta estrategia más amplia. Ahora, Moscú parece dispuesto a intensificar aún más el conflicto.
Planes para desplegar los misiles Oreshnik en Venezuela
Rusia podría suministrar a Venezuela sus nuevos misiles Oreshnik y Kalibr, declaró el legislador ruso Alexei Zhuravlyov a Gazeta.ru el 1 de noviembre. Moscú ya está suministrando al régimen de Nicolás Maduro grandes cantidades de armamento, desde armas de fuego hasta aeronaves, afirmó.
«No veo ningún obstáculo para suministrar a un país amigo sistemas tan novedosos como el Oreshnik», afirmó. «O, por ejemplo, los ya probados misiles Kalibr. Ninguna obligación internacional limita a Rusia en este sentido».
La posible transferencia de esta arma a Venezuela conlleva riesgos significativos. Pero, ¿cuáles son exactamente?
El alcance de los misiles Oreshnik desde Venezuela: objetivos potenciales
El alcance exacto del Oreshnik no se ha confirmado públicamente, pero la mayoría de los datos de fuentes abiertas lo estiman en unos 5.500 km (3.400 millas). Se trata de un misil balístico intercontinental de alcance medio desarrollado en Rusia durante la última década.
A pesar del acuerdo vigente entre Estados Unidos y Rusia para no desarrollar este tipo de armas—específicamente el Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF) de 1987—Moscú lo ha abandonado de facto. En 2024, se informó del lanzamiento del misil Oreshnik contra la ciudad ucraniana de Dnipro, aunque sin ojiva nuclear.

Este tipo de arma otorga a Rusia la capacidad de realizar ataques nucleares en casi toda Europa, mientras que las capitales europeas permanecen en gran medida indefensas. Los sistemas de defensa antimisiles estadounidenses están ubicados en Polonia y Rumania, junto con algunas otras medidas de seguridad.
Ahora, con Rusia anunciando su intención de desplegar el Oreshnik en Venezuela, la amenaza se extiende aún más. Desde territorio venezolano, el misil podría alcanzar la mayor parte de Sudamérica, el Caribe, México y amplias zonas de Estados Unidos, siendo Washington uno de sus objetivos principales, dadas las tensas relaciones entre Estados Unidos y el régimen de Maduro. Incluso partes de Canadá podrían estar dentro de su alcance.
¿Qué significa este desarrollo para la seguridad del EE.UU. y la de América Latina?
Sin embargo, Rusia quizá no necesite enviar específicamente el Oreshnik. Durante más de tres años, el Kremlin ha aterrorizado a Ucrania con drones Shahed de fabricación iraní, cuyo alcance es de 2500 km (1550 millas), suficiente para llegar a las costas estadounidenses desde Venezuela y paralizar potencialmente el comercio marítimo en la región. Hace apenas unos días, un Shahed ruso impactó contra un buque con bandera turca frente a las costas de Rumania, lo que obligó a la evacuación de toda una aldea.
El sistema de misiles Iskander de Rusia, un misil de crucero con un alcance de 2500 km, también podría utilizarse para atacar Florida si se despliega desde territorio venezolano.
Además, Moscú posee diversos misiles antibuque que podrían ser entregados a Caracas para su posible uso contra la Armada estadounidense.
Los objetivos geopolíticos de Rusia
Cada uno de estos sistemas de armas representa no solo una amenaza militar, sino una maniobra geopolítica que apuntala el régimen autoritario de Maduro en su afán por mantenerse en el poder. Para Rusia, Venezuela ofrece más que un aliado estratégico; constituye una plataforma para ejercer influencia global más allá de Asia, extendiendo el alcance de Moscú a Europa, Oriente Medio, África y, ahora, América.

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